Hace ya algunos meses, una compañía israelí llamada Blue Security dedicada a luchar contra el spam puso en marcha, o intentó poner en marcha, un servicio anti-spam que desde cierto punto de vista, podría considerarse un ataque de denegación de servicio en toda regla. Básicamente, la idea que no hay que olvidar es que detrás de cada correo basura que llega al buzón, hay alguien que intenta vendernos algo. Por lo tanto, debe de existir un medio de contactar con éste para hacerle llegar el hipotético pedido, y en conclusión, acaba siendo también vulnerable al spam, lo cual no deja de resultar paradójico. En este caso en concreto, el servicio de Blue Security mandaba al vendedor un correo en el que solicitaba el borrado de la dirección de correo de su cliente -el suscriptor del servicio- de la lista empleada para mandar el spam. Con una lista de medio millón de suscriptores, el vendedor acababa colapsado y con ello sus actividades de “promoción” a través del mailing indiscriminado. Por supuesto, la historia no quedó ahí, pero como tiene casi un año, pueden ustedes leerla en Wired. Les prometo que les gustará, parece sacada de una novela de John Le Carré. Por otra parte, no intenten utilizar la misma táctica a título personal; todo lo que conseguirán es recibir, si cabe, mucho más correo basura del que ya reciben.
El caso es que al parecer, Blue Security no han sido los únicos en darse cuenta de que hay más formas de actuar contra el spam que yendo únicamente contra la fuente de los correos. Según leo en Computer World, una empresa dedicada a luchar contra el correo basura, Unspam Technologies Inc., ha puesto una demanda de mil millones de dólares contra los “recolectores” de direcciones que alimentan a los spammers y contra éstos mismos. Mientras que la recolección de direcciones de correo electrónico no es ilegal, la compañía espera poder llegar a los emisores de spam -actividad ilegal, esta sí, en los Estados Unidos- a través de ellos. Para desvelar las identidades de los demandados, Unspam Technologies ha desarrollado el Proyecto Honey Pot, a través del cual espera obtener un volumen de datos suficiente para que la mayoría de estos individuos salgan del anonimato. Aunque es posible que aún teniendo éxito en la identificación de las fuentes, el objetivo final se vea frustrado por cuestiones internacionales, de soberanía nacional y disparidad de legislaciones, es como mínimo un buen comienzo para acabar con una de las lacras actuales de Internet.