La LOPD puede a veces verse como una ley sin sentido y exagerada, pero cuando te paras a pensar y analizas el uso que gente sin escrúpulos puede hacer de la información que se maneja en el mundo hoy en día se te ponen los pelos como escarpias. Es en este momento cuando empiezas a entender el significado y el alcance de esta ley que está pensada sobre todo y ante todo para proteger el derecho de los individuos en una sociedad moderna y protectora como la sociedad en la que vivimos.
Les cuento uno de los casos que personalmente me hizo reflexionar sobre el sentido de la ley.
En un colegio indeterminado de Valencia al menos para este post se entregó un día a todos los alumnos entre 3 y 14 años un pequeño formulario en un papel cochambroso dónde se pedían una serie de datos aparentemente sin importancia alguna. Preguntaban a los padres por los hábitos de los niños, por su tez, por el número de pecas, por la sensibilidad de su piel y un largo etcétera. El objetivo del “papelito” era bueno a priori, pero uno, por esto de trabajar en lo que trabaja, se ha vuelto un poco paranoico y ve amenazas hasta en los recortes de la prensa.
El hecho es que con las contestaciones del “papelito”, un grupo “indeterminado” de personas con un “indeterminado” conocimiento en la materia iban a pronosticar la probabilidad de que un niño, de los anteriores, desarrollase, en algún momento “indeterminado” de su vida, algún tipo de afección maligna en su piel.
Hasta el momento el único problema es la “indeterminación” con la que se trata el asunto. Eso sí, he de decir que el cochambroso papelito llevaba un sello de una institución, aunque si me preguntan diría que, por el papelito y por el sello, la institución también era “indeterminada”.
Seamos serios, por favor, hablamos de datos de salud de un colectivo de niños de un colegio. Hablamos de predicciones de desarrollo de enfermedades muy serias y muy graves. Hablamos de recopilar de forma “indeterminada”, por parte de gente “indeterminada”, con unas medidas de seguridad “indeterminadas” y con posibilidad de acceso para un colectivo “indeterminado” de datos que para gente sin escrúpulos puede tener bastante valor. Al fin y al cabo toda esta información se convierte fácilmente en una base de datos de salud presente o futuro de 2000 o 3000 niños.
En mi humilde opinión es sobre estas iniciativas sobre las que debería caer todo el peso de la ley. Y no vale eso de decir que desconocía el alcance de la ley y de su régimen sancionador. No dudo en que el fin pueda ser incluso bueno pero no hay derecho que, a pesar de que el fin último sea bueno, se hagan las cosas de esta manera tan irresponsable…
A quién corresponda.