Ayer, mientras volvía de Madrid, recibí una llamada de una amiga en la que me decía algo alarmada que su empresa, con sede social en otra provincia, les había mandado una carta que debían firmar y a través de la cual autorizan a la empresa a investigarles y obtener todo tipo de datos médicos y sindicales sobre ellas. He de reconocer que dicho de esa forma, pensé en cualquier barbaridad, así que le dije que no firmase nada hasta que le echase un vistazo a la carta en cuestión.
Una vez “analizada”, ésta no es en realidad más que el formalismo de informar al trabajador de que se están tratando sus datos; seguramente el clima algo tenso de la oficina y algunas expresiones poco afortunadas ha provocado que su propósito se malinterprete. El texto en cuestión entra en finalidades, ejercicio de derechos ARCO, “cesión” de datos a empresas vinculadas accionarialmente, solicitud de consentimiento y otros. Básicamente, mi impresión es que la empresa de esta chica está abordando un proyecto de adaptación a la LOPD, y éste es un paso más que hay que dar. No obstante, caben varios peros a la comunicación realizada, que deberían servir de ejemplo para todo aquel que esté pensando en realizar una comunicación de tratamiento de datos a sus empleados.
En primer lugar, el lenguaje y las expresiones son en algunos casos muy desafortunadas. Frases como “la empresa recabará a lo largo de la relación laboral todos los datos de carácter personal que sean necesarios” o “el trabajador presta su consentimiento expreso […] para que cualquiera de sus datos de carácter personal, incluidos los sujetos a especial protección, puedan ser almacenados y utilizados por la Empresa” no son tranquilizadoras, y menos para personas que desconocen la LOPD y sus límites. Probablemente la expresión “aquellos datos estrictamente necesarios” hubiese sido igual de válida, y proporciona una mayor seguridad a quien lo ha de firmar. Para que se hagan una idea, el uso de “recabar” y la mención de datos de salud o afiliación sindical de los trabajadores, hacían que ella y sus compañeros pensasen que se estaba autorizando a la empresa a investigar al empleado por todos los medios necesarios.
En segundo lugar, hablar de cesión de datos a empresas vinculadas accionarialmente con la empresa tampoco tranquiliza, aunque sea para las mismas finalidades descritas. Sería deseable especificar qué empresas, o al menos a qué se dedican éstas; en mi opinión, si se trata de un grupo de empresas, lo más probable es que sea para la realización de la nómina y almacenamiento de los datos en los sistemas de la empresa (si fuese así, se trataría de un tratamiento de datos y no una cesión, por lo que tampoco sería necesario informar al empleado, pero puesto que existen otras finalidades, no está de más recabar consentimiento expreso), pero es mejor dejar las cosas claras, porque para personas que no tienen relación con el contenido de la LOPD, puede dar la sensación de que sus datos se van a vender, o a proporcionar a vaya usted a saber quién para vaya usted a saber qué.
Por último, al parecer nadie en la empresa se ha puesto en contacto con ellos para aclarar qué quiere decir exactamente este escrito; ni por qué deben firmarlo, ni qué pasa si no quieren firmarlo, ni qué es la LOPD ni para qué sirve; ni qué quiere decir todo eso de los datos de salud y afiliación sindical. Ni siquiera la persona que gestiona su delegación ha podido obtener explicaciones de la central. Aparte de que es necesario en muchos casos realizar formación sobre la LOPD (tanto para informar al empleado de qué se hace con sus datos, como para formarle en la gestión de datos de terceros a los que tiene acceso), no hubiese estado de más una circular alternativa, o una simple presentación por email, con formación sobre la LOPD. Eso hubiera evitado que mi amiga viese esto como una amenaza, en lugar de una comunicación de derechos y una obligación de la empresa, que es lo que en realidad es.
Resumiendo. Sin prescindir del necesario contenido formal, es muy importante que esa comunicación se realice de la manera adecuada, pero también que transmita las sensaciones e ideas que se pretenden: “Yo soy la empresa, y para poder pagarte la nómina, descontarte la cuota sindical, gestionar tu formación, o prevenir los riesgos laborales, necesito tener acceso a algunos de tus datos personales; datos que tendré que almacenar, y utilizaré para eso y para nada más. Que sepas que me comprometo legalmente a velar por su seguridad y que tienes una serie de derechos que puedes ejercer en todo momento”.
No hay que olvidar que, por muchas medidas de seguridad, normativas, y políticas que queramos implantar, el empleado es al fin y al cabo el eslabón más importante de la cadena: es el que utiliza, accede, modifica y gestiona los datos de clientes, de personal interno, de proveedores, etc. Así que sería muy importante que no fuese el más débil.