Hace relativamente poco, buscando algún entretenimiento que me ayudara a salir de la rutina y estando fuertemente influenciado por mi pareja, decidí apuntarme a una actividad que ha resultado ser de lo más divertida: bailar Rock. ¡No me refiero a salir de marcha por locales! Estoy hablando de asistir a clases de baile. Acotando un poco más os diré que bailamos música swing de entre los años 1920 y 1950. Existen distintos estilos de baile relacionados con la música swing: Boogie Woogie, Lindy Hop, Rock´n´Roll, Balboa,… Las clases a las que asisto se centran principalmente en el estilo Lindy Hop.
Para situaros en escena y sin querer entrar en mucho detalle os diré que el Lindy Hop es un estilo de baile popularizado en Nueva York por bailarines afro-americanos en una sala de baile llamada Savoy Ballroom. El baile tenía como base el Charlestón pero incorporaba elementos de otros estilos como el “Texas Tommy“, el “Black Bottom” y el “Cakewalk“. El Lindy Hop nació cuando estos bailarines empezaron a incorporar posiciones abiertas intercalándolas con las tradicionales posiciones cerradas. En la práctica, se trata de un baile rápido, enérgico y, desde mi punto de vista, bastante divertido. El baile puede enriquecerse con una gran variedad de acrobacias que serán más o menos espectaculares en función de la experiencia y de la forma física de los bailarines.
En lo referente a las lecciones de baile puedo decir que las primeras han sido más bien “introductorias”, lo cual era previsible pues la mayoría de asistentes desconocíamos por completo el estilo de baile. No obstante, he de decir que también acuden algunas parejas experimentadas que ensayan coreografías relativamente complejas.
El caso es que en la última sesión uno de los monitores hizo un comentario que me hizo reflexionar sobre la seguridad, concretamente dijo lo siguiente: “Antes de hacer acrobacias aseguraros de que disponéis de la pareja adecuada”.
Esta recomendación cobra sentido si se tiene cierta experiencia, claro está. A mi nivel lo más peligroso que puede pasar es que te lleves un pisotón o que te dobles un tobillo en algún giro desafortunado. Ahora bien, realizar ciertas acrobacias sí es peligroso ya que una mala caída puede ocasionarte lesiones graves. Nos encontramos en una situación en la que nuestra seguridad no sólo depende de nosotros mismos, sino también de nuestra compañero/a. Podemos extrapolar está idea a muchos ámbitos encontrando casos en los que ocurre lo mismo. Cito algunos ejemplos:
- Al volante, como conductores, podemos disponer de un vehículo que incorporé múltiples sistemas de seguridad (cinturones, EBS, ABS, etc.), podemos conducir con mucha precaución respetando las normas de circulación pero no podemos evitar que otros conductores nos pongan en peligro con su conducción temeraria.
- Practicando deportes también encontramos situaciones en las que la seguridad de uno mismo depende en gran medida de la actuación de un compañero. Un claro ejemplo es el de la escalada, donde un compañero situado sobre terreno firme se encarga de asegurar al escalador (Manolo dio algunos detalles en una entrada previa).
Los casos descritos comparten un factor común: “la seguridad no sólo depende de nosotros” o enfocado desde otro punto de vista: “La seguridad de nuestros colaboradores influye en nuestra seguridad”. Si extendemos esta idea al mundo empresarial vemos que el alcance de la gestión de la seguridad también debe considerar a socios y colaboradores. Para que una organización alcance unos niveles de seguridad adecuados deberá seleccionar aquellos colaboradores cuyos niveles de seguridad sean acordes a los que desea alcanzar.
Aquellos lectores que nos siguen asiduamente habrán comprobado que la idea que se desprende de esta lectura está fuertemente relacionada con los requisitos que transmite la norma ISO 28000 tal y como nos comentaba Elena la semana pasada (UNE-ISO 28000: “Sistema de Gestión de la Seguridad en la Cadena de Suministro”).
En base a lo expuesto supongo que la mayoría de los lectores considerará adecuado evaluar la seguridad de nuestros colaboradores y ver hasta qué punto nuestra seguridad depende de ellos. Ahora bien, ¿vamos a tomar alguna medida al respecto o estas palabras de las va a llevar el viento? ¿Contemplamos estas cuestiones al gestionar nuestra seguridad? Conocer las “mejores prácticas” es importante pero hay que dar un paso más y tratar de adaptarlas a nuestros entornos.
Me gustaría que esta pequeña aportación sirviera para demostrar que la filosofía en la que se basa la norma ISO 28000 está presente en la vida cotidiana y que sería muy coherente considerar sus recomendaciones a la hora de gestionar la seguridad a todos los niveles, tanto personal como de nuestra organización. A su vez, también quiero insistir en la importancia que tiene el extender las buenas prácticas en seguridad a otras organizaciones con las que colaboramos ya que de este modo estaremos incrementando (indirectamente) nuestra seguridad.
Por último y como despedida para el fin de semana incluyo un par de recomendaciones: la primera, echar un vistazo a la norma ISO 28000 y seguir la serie abierta en este blog que trata sobre la misma, la segunda y en relación con el tema que da inicio a este texto os animo a probar una sesión de Lindy Hop,… ropa cómoda, ganas de divertirse, buen humor y… Let’s rock!
Agradezco la oportunidad que la vida me da al poder leer este excelente comentario que se hace frente a la seguridad en la Cadena de suministro, es muy acertado en todos los sentidos cuando manifestamos que debemos conocer a nuestros compañeros en el desarrollo de nuestras operaciones logística, con el fin de mejorar y preservar la seguridad ya sea física, en las instalaciones y en la operación mismas de la empresa sea cual fuera el objeto social de esta.
Si bien es cierto la seguridad que se debe tener hoy por hoy nos lleva a estar a la vanguardia en contra de las acciones delincuenciales de los agentes generadores de violencia y terroristas que de una u otra forma tratan de imponer sus ideales sin importar las consecuencias funestas que estas tengan, contra las gentes de bien
De allí la importancia en saber quien es mi proveedor asi como quien es mi cliente, en donde no me utilicen como trampolín para cometer actividades ilícitas dentro de la prestación de mi servicio, por muy nimio que sea mi aporte a la cadena logística internacional.