Voy a resistir la tentación, y me cuesta, de hacer comentarios sobre el comunicado del arresto de la cúpula de Anonymous, porque creo que lo más relevante ya está dicho en varios sitios, por ejemplo, en el blog de Enrique Dans. Si quieren pasar un rato divertido, busquen en Twitter tags como #cupulasinexistentes, donde podrán leer desde referencias a la detención del autor de “El lazarillo de Tormes” o “el Cantar de Mío Cid” hasta el inevitable vídeo de Hitler comentando el hecho… Y luego está LA FOTO. Pero en fin, como decía, me resisto.
Sí quería hablar de Anonymous, sabiendo que, por la misma naturaleza del asunto, seguramente, acabaré diciendo algo con lo que ustedes no estén de acuerdo. Espero que me lo sepan disculpar, ya que solo estoy haciendo en público el proceso de organización de mis propias ideas.
Anonymous no es una organización como pueda serlo un partido político, un sindicato, una ONG o un grupo terrorista, sino una especie de marca de pública disposición a la que alguien puede adscribirse de manera temporal para la realización de una acción concreta.
Uno no está asociado a Anonymous, ni tiene carnet, ni se registra en un sitio Web. Tampoco tiene por qué participar en todas las acciones que se proponen, sino sólo en aquellas que le parecen adecuadas (o divertidas). Y, ¿quién está detrás de ese impersonal “se”? Este es el punto crucial, en mi opinión. Nadie en concreto o cualquiera, según se mire. Usted mismo, si lo desea (y consigue convencer). Hay determinados IRC en los que usted puede entrar e intentar convencer a los demás de que se ponga en marcha una acción. Si ésta es respaldada, si atrae, se pondrá en marcha.
Seguro que hay “habituales” que suelen proponer acciones “llamativas”, que saben convencer a los demás, que disfrutan empleando su tiempo en ello y que son, en cierto modo, líderes de Anonymous. Pero, por la forma en la que se plantean las acciones, es imprescindible que un número suficiente de personas se sumen a la iniciativa para que esta prospere. Y estas siempre lo hacen de manera voluntaria y, si, anónima.
Uno de los recursos típicos de las acciones de Anonymous son los ataques distribuidos de denegación de servicios DDoS, pero también se realizan acciones en el MundoReal. Los objetivos suelen estar relacionados con la libertad de expresión y en Internet. Entre las víctimas de los ataques, hay pederastas reconocidos, la Iglesia de la Cienciología, Sociedades de Protección de Derechos de Autor, como la SGAE o la RIAA, sitios Web de gobiernos, etc.
Algunos de los ataques se pueden considerar actos de protesta ciudadana contra situaciones injustas. Otros son gamberradas. Otros, simplemente delitos. Y llegamos al punto crucial de esta exposición: ¿Es Anonymous una organización delictiva?
A estas alturas, espero haber suscitado suficientes dudas sobre la pertinencia de esta pregunta. Si no es una organización con miembros registrados, difícilmente se la puede perseguir. Si no hay cabecillas, difícilmente se la puede desarticular. Si usted participa en una de sus acciones, ¿se le puede hacer responsable de otras acciones en las que no ha participado? En principio, a mi me parece que habría que decidir caso por caso. Y ante un caso concreto de un DDoS, por ejemplo, en el que hayan participado, digamos 2.000 personas, ¿se procesa a todas ellas? ¿Se elige al azar a unas cuantas para hacer un escarmiento ejemplarizante? ¿Prosperaría algo así? ¿Qué reacción podría haber por parte de Anonymous?
En mi opinión, Anonymous es una manifestación más de un tipo de fenómeno que hemos visto y veremos más veces en el futuro y es la aparición de una “consciencia” (atención a las comillas) colectiva basada en Internet. Aparentemente, es posible coordinar acciones de un grupo numeroso de personas sin que haya una clara dirección ni una cúpula (perdón por el guiño), sino una comunidad de intereses u objetivos. La misma incomprensión del fenómeno por parte del establishment se produjo al principio con el movimiento del Software Libre y creo que por los mismos motivos. ¿Cómo puede la gente ceder gratuitamente el fruto de su trabajo? ¿Quién hay detrás? Y ¿qué decir del cambio de relaciones entre empresas y consumidores con la aparición de las redes sociales? O el movimiento #15M. ¿Les parece que mezclo churras con merinas? Estamos en tiempos de cambio y aún en la infancia de Internet y mi opinión es que “esto de Internet” es un cambio tan importante como la Revolución Francesa o la Revolución Industrial. O más. Y andamos todos un poco despistados. Eso sí, algunos más que otros.
Muy buen enfoque.
Gracias. Es un halago, viniendo de quien viene ;-)
Completamente de acuerdo. Muy buen análisis. La modificación del Código Penal del pasado diciembre destinada a criminalizar los ataques de denegación de servicio no puede aplicarse a los DDoS cuando son genuinamente distribuidos. Una cosa es infectar ordenadores ajenos y utilizarlos para lanzar un ataque sin el conocimiento de sus propietarios, algo a todas luces delictivo, y otra cosa muy distinta es poner de acuerdo a cientos o miles de personas para entrar al mismo tiempo a un sitio y tirarlo por insistencia. En ese caso, chocas con el efecto Fuenteovejuna (“¿Quién mató al Comendador? Fuenteovejuna, señor”) y con el efecto Streisand (las acciones en contra de la acción original revierten en una mayor fuerza de la misma).
Y si en vez de sólo entrar en el portal, esos cientos o miles de personas utilizan LOIC? Digamos que eso ya se coje más por los pelos, no?
Saludos.
Ciertamente, el punto clave es si el ataque se produce al aunar voluntades de un gran número de usuarios o si se usan botnets. Otro tema es el ataque realizado usando herramientas como LOIC, de manera que un solo usuario genera un elevado número de peticiones. En mi opinión, esto también es trampa, aunque no tengo claro si sería considerado ilegal. En cualquier caso, ojo al uso de LOIC, que también tiene sus inconvenientes.