Hace un par de días estuve viendo en La 2 de RTVE parte de un documental muy interesante sobre la problemática de los atascos a nivel mundial (pueden verlo en esta página), y que desvelaba iniciativas y medidas susceptibles de ser aplicadas en un futuro próximo para controlar y reducir este tipo de “fenómenos” y sus consecuencias negativas: pérdida de calidad de vida, disminución de la productividad, emisiones contaminantes, etc. Aunque el documental es totalmente recomendable por muchas razones y desvela parte de los misterios de los atascos, en este post me voy a centrar en aquellas partes que nos tocan más de cerca en calidad de blog de seguridad. Creo.
Imagino que como lectores avispados, sabrán que circular por el centro de Londres no es gratis, sino que hay que abonar una tasa previa. Este tipo de restricciones de circulación se aplican también (con mayor o menor suerte, mayor o menor justicia y por diversas razones) en otras muchas ciudades como Granada, con un importante centro histórico. En otras ciudades, sin embargo, en lugar de cobrar por circular, se recompensa a los conductores por evitar determinadas carreteras o lugares. Ya se trate de “refuerzo” negativo (tasa) o positivo (recompensa), actualmente el sistema para controlar a los vehículos pasa por la instalación de cámaras que fotografían las matrículas de los vehículos, realizan diferentes comprobaciones (¿es un residente? ¿ha pagado la tasa mensual? etc.) y ejecutan la acción correspondiente (sancionar al titular del vehículo, emitir la factura de la tasa, realizar un ingreso en la cuenta del titular, etc.).
No obstante, cabe distinguir entre el modelo de Londres, donde la circulación es “libre” siempre que se abone la tasa correspondiente, y (por ejemplo) Granada, donde la circulación está restringida a transportes públicos, residentes y vehículos específicos y en cuyo caso la “tasa” viene en forma de sanción. Tanto en un caso como en el otro, el sistema son una serie de cámaras ubicadas en los accesos al centro, que fotografían las matrículas del vehículo, que posteriormente son procesadas para identificar vehículos “no autorizados” para la circulación.
Dejemos ahora este sistema de control y pensemos ahora en los sistemas de navegación mediante GPS que hace tiempo que están siendo utilizados por los fabricantes para proporcionar información en tiempo real sobre las condiciones del tráfico y las carreteras cercanas al vehículo “monitorizado” (Google, por ejemplo); en algunos casos, esta información es actualizada por la comunidad de usuarios, aunque en mi opinión (no sé si esta funcionalidad existe ya) no estaría mal que los GPS “aprendieran” automáticamente nuevos caminos y carreteras; dicho de otra forma, si el GPS detecta que el vehículo en cuestión circula a una cierta velocidad (por ejemplo, 40 km/h) por un lugar donde éste no tiene registrada ninguna carretera, debería ser capaz de reconocer eso como potencial camino y recordarla para el futuro. Esa idea es gratis, aprovéchenla. Volvamos a lo nuestro.
Unan ahora la necesidad de control y la funcionalidad de los GPS, e imaginen que en lugar de cámaras, utilizamos el GPS no sólo para obtener información del tráfico y direcciones sino también para controlar el acceso a las zonas de circulación controlada o restringida. Sí, sé que ya sólo faltaba que tu propio GPS se pasase al bando “enemigo” y le dijese al ayuntamiento de turno que estás circulando por una zona de circulación restringida. Pero, ¿y si instalamos en cada vehículo “autorizado” para dicha circulación en zonas controladas un GPS, a partir del que podamos calcular no sólo la entrada a una zona restringida, sino también el tiempo de permanencia, calles transitadas, etc.? Esto nos permitiría llegar a un nivel de granularidad mucho mayor que el actual, e incluso informar al usuario del coste acumulado, establecer tarifas horarias en función del día, la hora, lugares transitados o incluso del nivel de tráfico en ese momento, si vamos a una solución totalmente dinámica. Sin entrar en la complejidad de una solución de este tipo, vayan un poco más lejos y extrapolen este caso a todos los vehículos. Imaginen que cualquier vehículo saliese con un sistema GPS incorporado de serie, en función del cual la Administración pudiera calcular la utilización de carreteras, el acceso a zonas restringidas, y establecer (por ejemplo) el impuesto de circulación en función del uso que se haya hecho del vehículo, el tipo de carreteras utilizadas, etc.
Aunque es posible que un sistema tal les parezca complejo, es una tecnología que ya se encuentra desarrollada (vean Skymeter) y se aplica, por ejemplo, para controlar los taxis de Londres, o los aviones de Heathrow. Ahora bien, aplicarla implicaría no sólo un coste significativo (será por dinero…), sino proporcionarle a la Administración (o la empresa contratada) los datos de localización de tu vehículo en todo momento, y renunciar a una parte significativa de nuestra privacidad. Por supuesto que este tipo de trazabilidad ya la permitimos voluntariamente en muchos casos (piensen en sistemas como Foursquare, en la geolocalización activada voluntariamente en los smartphones, o en aquellos que corren con GPS para el cálculo de distancias y luego suben el trayecto realizado a la web del proveedor del GPS, ya sea Garmin, Nokia Sports o Polar), pero una cosa es que sea para obtener un servicio y otra para que nos “facturen” y sea obligatoria.
Con sus ventajas e inconvenientes, tecnologías como este me llevan a hacerme la siguiente pregunta, en la que espero su participación:
Esto se está probando ya en EEUU con los seguros, si eres un buen conductor tu tarifa no es la misma que si rebasas limites de velocidad, vas por direcciones prohibidas, etc… Y todo controlado por los GPS integrados en los coches. Lo siguiente: que cuando incumplas una ley de tráfico, tu gps te delate a la policía. Ya no harán falta radares. Y eso llegará seguro.
Yo he ocntestado en la encuesta que si, pero es beneficioso. Me gustaría comentar esta respuesta: creo que muchos beneficios que podemos obtener de la tecnología van a tener como efecto secundario la pérdida de nuestra privacidad, creo que nos resisitremos durante un tiempo y creo que nuestra generación nunca lo aceptará dle todo, pero los que vienen detrás son otra cosa y el mundo cambiará mucho por este motivo.