Algunas profesiones despiertan pocas simpatías: árbitro, auditor, informático de sistemas… Y, en ocasiones, esa poca simpatía puede ser recíproca y lo mejor que se puede hacer cuando a uno le toca ejercer una de estas profesiones es intentar pasar desapercibido. Nunca un árbitro será noticia ni saldrá en la portada de ningún diario por lo bien que lo ha hecho durante el último partido aunque ciertamente su actuación haya sido impecable y hasta sirva como ejemplo y material de entrenamiento y formación para futuros árbitros. Sin embargo, cualquier árbitro aspira cada semana a convertirse en noticia de telediario por el mero hecho de cometer un fallo, un simple error, quizá un único fallo en todo un partido.
Con la profesión de informático de sistemas a veces puede pasar algo parecido; si todo funciona a la perfección nadie se acordará de usted ni del gran trabajo que pueda estar desempeñando. Es más: si la organización es mediana/grande mucha gente no sabrá lo que hace ni cómo se llama (ni cómo se llama usted ni cómo se llama lo que hace), quizá ni que existe. Ahora bien, si cae la red o si el equipo de un usuario empieza a ir demasiado lento o si simplemente no se puede imprimir, por poner algunos ejemplos, ese mismo usuario necesitará echar la culpa a alguien, aunque no lo conozca. A los de informática, así en general. Nos guste o no esto es así o casi.
Y no sólo parece injusto sino que además lo es pero a continuación les voy a contar una anécdota vivida no como informático sino como usuario. Y es que, en realidad, hay gente que se gana la mala fama a pulso y contribuye a que nuestra profesión se afiance entre esas que antes decíamos que despiertan pocas simpatías. Hagamos cuanto esté en nuestra mano para evitarlo. Si cuando todo funciona a la perfección nadie se acuerda de los informáticos se podría decir que hacerlo bien sería equivalente a pasar desapercibido lo cual, dicho sea de paso, nada tiene que ver con escaquearse. Hagamos pues lo posible por que todo funcione y pasar desapercibidos. Y el que quiera aplausos y olés del gran público y sobadas de chepa que se dedique a otra cosa. Aún así, y por bien que lo hagamos, con total seguridad algún día algo fallará y los usuarios se quejarán…
Lo que les cuento a continuación verán que se trata de cualquier cosa menos de pasar desapercibido. Vista con la perspectiva del tiempo transcurrido la anécdota me resulta casi graciosa. Pero en el momento no lo fue en absoluto y les puedo asegurar que contó con el rechazo y la antipatía de un buen número de usuarios entre los cuáles yo mismo me encontraba. Por aquel entonces yo trabajaba en una organización con una sede central en Madrid y con una serie de delegaciones repartidas por toda España. Y no ejercía de informático.
En cierta ocasión el departamento de sistemas se reservó el derecho de tomar el control de los PCs en remoto de manera unilateral sin estar justificado y sin previo aviso. Entenderán que no despertasen grandes simpatías entre los demás compañeros.
Aunque no deja de ser una injerencia, a algunos afortunados le resultó transparente la operación porque dio la casualidad de que se encontraban ausentes de sus puestos en el momento en que intervenían sus PCs. Pero el resto de los compañeros de entrada se llevaron un buen susto, para después mostrar abiertamente su fastidio por ver su trabajo interrumpido, al comprobar sorprendidos cómo el ratón cobraba vida propia en la pantalla y empezaba a moverse arriba y abajo abriendo ventanas, seleccionando opciones y aplicando cambios y cómo aparecían y se ejecutaban comandos en el prompt del sistema, comandos tecleados por alguien que se encontraba sentado a centenares de kilómetros de allí, alguien que no había tenido la decencia de enviar un e-mail unos días antes explicando a los compañeros, que en los próximos días desde Sistemas iban a proceder a conectarse en remoto con nuestros equipos para instalar o configurar tal o cual servicio o aplicación o tal medida de seguridad. Ni tan siquiera de hacer simple llamada telefónica informando a los afectados acerca del comienzo del show.
En mi delegación yo tuve el dudoso honor de que mi equipo fuese el primero. Cuando el ratón comenzó a desplazarse a lo largo y ancho de mi pantalla yo, que contaba con la ventaja sobre algunos de mis compañeros de despacho (químicos, ingenieros, economistas, farmacéuticos…) de ser informático de sistemas, en seguida supe el origen del problema (o mejor dicho creí saberlo, porque cuando empezó la función no podía estar 100% seguro). Así con toda la intención pero también un poco “por si acaso” inmediatamente desconecté mi portátil por las bravas de la red y del suministro eléctrico y desalojé la batería de su emplazamiento. Quince segundos más tarde sonaba el teléfono de mi mesa y un tío de sistemas (¡y encima cabreado!, ¿cabe mayor prepotencia?) me pedía explicaciones sobre lo ocurrido. Yo le dije, no sin un puntito de cinismo y dos de mala leche, que me había asustado y que había pensado que se trataba de uno de esos virus cabrones que se había hecho con el control de mi equipo, pero mira por dónde, afortunadamente, has resultado ser tú. Y a la próxima por favor avisa, camarada, a mí y al resto de mis compañeros, porque además de ahorrarnos sustos innecesarios algunos podemos encontrarnos intentando terminar un informe complicado, preparando una reunión inminente, redactando un e-mail urgente o haciendo algún tipo de transacción o consulta importante, quizá con un cliente al teléfono.
Y es que muy poquitos motivos justificarían el que tú decidas irrumpir en nuestros equipos como un elefante en una tienda de Lladró, por más que te lo permitan la tecnología y tus permisos de superusuario superprivilegiado. Yo voto para que te los revoquen. A ti y a quién te los otorgó. Así que aunque la norma ISO 27002 no diga nada al respecto guardemos las formas, por favor, que ya tenemos bastante con lo que tenemos, ¿no? :)
brutal! ;)