(Artículo de opinión de Manuel Benet publicado en El Levante Mercantil Valenciano ayer 2 de julio de 2013)
La documentación filtrada por Edward Snowden a The Guardian sobre un sofisticado programa de espionaje a nivel mundial no es, en esencia, ninguna novedad. Desde hace años es de dominio público que EEUU y algunos socios comparten la red ECHELON de espionaje, involucrada en el pasado en varios escándalos comerciales. Sin embargo, no debe infravalorarse la contribución de Snowden. Mientras que hasta ahora los detalles del sistema de espionaje de la National Security Agency (NSA, por sus siglas) estaban basados en investigaciones de expertos, ahora sabemos no sólo que este programa (PRISM) es más grande, inteligente y ambicioso que cualquier cosa que pensásemos en el pasado, sino que muchos países tienen sus propios sistemas de vigilancia.
Quizá por el cine o la literatura, siempre hemos estado acostumbrados a que el espionaje se realice entre Estados, con objetivos y actores concretos bajo unas determinadas reglas. Sin embargo, ahora se ha dado un paso adelante, con la vigilancia y registro de cualquier información susceptible de ser registrada de millones de individuos en todo el planeta; un sistema sin ningún control ni límite que viola impunemente con la colaboración de las multinacionales de Internet cualquier idea que alberguemos de libertad, privacidad y justicia. Los Estados han pasado a espiar a sus ciudadanos en un movimiento más propio de las dictaduras que de las democracias.
Sin embargo, a pesar de la gravedad del asunto, nadie parece muy preocupado; no esperen ustedes una fuga masiva de usuarios de redes sociales y si atendemos a la prensa, Snowden se ha hecho famoso no por haber divulgado un gran número de documentos clasificados de un programa de espionaje mundial, sino por las tensiones geopolíticas que su huída y persecución han creado entre EEUU y China y Rusia.
Dice una de las citas atribuidas a Benjamin Franklin que aquellos dispuestos a sacrificar parte de su libertad esencial por algo de seguridad no merecen ni la una, ni la otra. Este parece ser, pues, nuestro caso. Hace ya tiempo que, a pesar de los denostados esfuerzos de las agencias de protección de datos tanto nacionales como trasnacionales, nosotros mismos decidimos que nuestra privacidad no tenía, al fin y al cabo, tanta importancia como nos querían hacer ver. Una vez tomada esa decisión, la transición de nuestra información a un mundo digital controlado por corporaciones multinacionales ajenas a los requisitos nacionales y europeos no supuso ningún trauma.
A primera vista hay una gran diferencia entre que tus mensajes sean escudriñados por un nido de espías como la NSA, una entidad opaca y clave en la inteligencia americana, que saber que Google analiza tus correos para posicionar publicidad. Sin embargo, no existe tal diferencia: a (casi) nadie le preocupa ser espiado; es un inconveniente que hemos asumido como propio de la era digital y algo me hace pensar que ni siquiera es necesaria la Espada de Damocles terrorista. Aquello de que si no tiene usted nada que ocultar, no tiene nada que temer, ha sido asumido casi por obligación.
Podemos extraer una última reflexión. Edward Snowden no era 007; no tenía licencia para matar y tampoco era un agente doble. Era “tan solo” un administrador de sistemas que trabajaba para un proveedor de la NSA, una de las organizaciones más seguras del mundo. Desde ahí tuvo acceso a un volumen ingente de documentación clasificada que James Bond ni siquiera habría sabido que existía. A la luz de esto, ¿sabemos realmente quien accede a nuestra información?
Felicidades, das en el clavo absolutamente, la estupidez humana (actual) no tiene límites. ¿A quién de nuestros padres se le hubiese ocurrido mostrar sus intimidades en público y colgarlas en un mural al alcance de todo el mundo?, respuesta: a ninguno. ¿Estamos tontos o estamos tontos?, no hay elección.
“A primera vista hay una gran diferencia entre que tus mensajes sean escudriñados por un nido de espías como la NSA, una entidad opaca y clave en la inteligencia americana, que saber que Google analiza tus correos para posicionar publicidad.”
… Google es otro nido de espías que va de “guay”, que no sólo analiza tus correos para posicionar publicidad … está a años luz de hacer sólo eso, Google es mucho más que Gmail, su buscador, G+, “sus DNS”, incluso ISP en EEUU … Google sabe más, mucho más, de un usuario que la NSA y no sólo lo que intercambia en sus correos.
“Los Estados han pasado a espiar a sus ciudadanos en un movimiento más propio de las dictaduras que de las democracias” Das en el clavo. Todas estas entidades dedicadas a la materia y las tareas que vienen desarrollando, es posible que tengan cierto trasfondo de preservar la seguridad nacional, pero desde luego si es así, es la última de sus motivaciones.
Por otro lado, entre que el ciudadano de a pie no entiende y no le preocupan estos movimientos y que las condiciones de uso se diseñan expresamente para ser “infumables”, tenemos el caldo de cultivo ideal.