(Buenos días. Estamos de vuelta.)
Las abuelas de mi pueblo (El Cabanyal) decían que “todo depende del cristal con que se mira…“. Cierto, muy cierto. Esto viene a colación porque asisto perplejo a la siguiente secuencia de hechos:
- Manning (condenado) difundiendo información sobre las atrocidades cometidas en Irak, o las aficiones “curiosas” de determinados diplomáticos (en el ámbito sexual, gastronómico, alcohólico, etc.)
- Snowden (confinado) informando al mundo de que un Gran Hermano estadounidense (NSA) ha estado hurgando en todas nuestras comunicaciones, ¿cuántos secretos industriales o de cualquier otra índole habrán podido copiar?
- Assange (confinado) colaborando en esa difusión…
- Skype, Google, Microsoft, etc. proporcionando ingentes volúmenes de información de los usuarios de sus servicios, incluso a gobiernos de dudosas tendencias democráticas.
Y cuando algo me deja perplejo no lo entiendo empiezo a hacerme preguntas. Para unas consigo encontrar respuesta, pero para otras no. ¿Cuál es en este caso la diferencia? Que a unos los condenan de por vida o los persiguen alrededor del globo y a otros les permiten ejercer su lucrativa actividad e incluso les recompensan por su colaboración. Y aquí paz y después gloria.
- ¿Dónde está el problema bajo el punto de vista ético? En el “color del cristal con que se mira”.
- ¿Y las diferencias bajo el punto de vista de la seguridad de nuestros datos? Ninguna.
- ¿Alguna autoridad/gobierno/regulador, ha dicho BASTA? Está claro que no.
¿Cómo es posible que ocurra todo esto? Gracias a que la estupidez humana (la mía incluida) alcanza niveles insospechados. Unos, al clasificar información sensible de las pruebas de sus barbaridades, matanzas, sobornos, etc. y tratar de esconderla. Otros, dejando que esa información sensible circule sin los adecuados controles o utilizando los recomendados por Gila en sus “guerras”: ¿es el enemigo? ¡¡Que se ponga!! En tercer lugar, estamos los “usuarios de a pie” que dejamos que nuestra información sensible sea manejada por buscadores, navegadores, robots de búsqueda, etc. que la tratan sin los adecuados controles de seguridad, o directamente sin ningún control. Al final de la cadena, están “los más listos”, que venden esa información (repito) sensible al mejor comprador, algo que no parece ser el caso de Manning, Snowden, o Assange.
¿Quién nos asegura que ese Gran Hermano made in USA (NSA) no dispone de videos/mensajes/escritos comprometedores que un buen día alguien “interesado” sacará a la luz? O más grave aún, ¿quién nos certifica que esa información, buena parte obtenida de forma fraudulenta, no caerá en manos de un “enemigo tipo Gila” que lo utilice para quién sabe qué? ¿Nos reiremos o lloraremos?
No se trata de amargarse pensando que “estamos bajo control” sino sólo de constatarlo. Al menos seamos conscientes. Como dice el maestro Serrat en una de sus canciones: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio“.
Suscribo TODAS tus palabras.
No lo hubiera expresado mejor.
Suscribo el anterior comentario, es decir, TODAS tus palabras :)
Ahora es cuando estamos empezando a conocer sus verguenzas..
Saludos