Dicen que la buena educación está sobrevalorada, que no sirve para nada, que al final la gente no te hace más caso por ser más educado, pero yo creo que sí que vale para mucho.
Por ejemplo, si yo fuera un hacker (en el peor sentido del término) con muy malas intenciones, que no lo soy, optaría por la opción educada. Aunque en este punto nadie entiende a que me refiero, déjenme que me explique.
Yo optaría por acabar con la programación compleja de malware, las cadenas de correos electrónicos con adjuntos infectados para entrar en los ordenadores de los usuarios, explotar las vulnerabilidades de los dispositivos, etc. En general todo eso lleva mucho trabajo detrás y no siempre surte efecto. Hay un camino mucho más sencillo y educado. Como les decía, creo que las cosas pedidas con educación siempre van mejor. Hasta les hablo de ustedes, ¿se han fijado?
Si yo fuera mala malísima, que no lo soy, programaría una aplicación un tanto idiota y la subiría al Play Store, por ejemplo. Una aplicación que apenas sirviera para hacer algo de luz en la oscuridad, llevar la lista de la compra, hacer capturas de pantalla, etc. Seguro que las opciones que se les ocurren son muchas.
Cuando alguien se instalara mi aplicación le pediría, eso sí, muy educadamente (ya que le dejo utilizar mi aplicación de manera gratuita), que me dé acceso a sus contactos, a sus mensajes, a su ubicación, a su cámara de fotos, a su altavoz. Total, es un precio muy pequeño a pagar comparado con todo lo que yo le ofrezco, ¿no?
Probablemente no quieran apostar a que la gente después de leer detenidamente mis peticiones (como hacemos todos), pulsaría “Aceptar”. Total tampoco sería para tanto. Incluso aunque sea sólo para ver si la aplicación les “encaja”. Al final yo sólo tendría acceso a todos sus contactos, a poder sacar fotos desde su terminal y copiarlas, a activar su cámara de fotos cuando quisiera, a activar su altavoz. ¿Qué problema hay en que un tercero que no conocemos de nada tenga acceso a toda esa información?
No hemos engañando a nadie. Hemos pedido permiso. Muy educadamente. Ante todo la educación.
Pero como ya he dicho al principio yo no soy una mala persona y no creo que nadie haya tenido estas ideas… ¿o sí?
Quizá sí, pero estamos a salvo porque aunque esto tan rebuscado se le llegara a ocurrir a alguien, todo el mundo lee los permisos de las aplicaciones que instala y si le parecen excesivos para las funcionalidades que ofrece, buscan una aplicación alternativa que no comprometa sus datos, ¿verdad? NO. MENTIRA.
En general, los usuarios no prestamos suficiente atención a las aplicaciones que instalamos en nuestros dispositivos móviles, ni siquiera a aquellas que de manera muy evidente nos piden más permisos de los que necesitan para desarrollar las funcionalidades que ofrecen. Veamos dos ejemplos:
Tampoco hay que irse al peor caso. Puede que estas aplicaciones estén programadas de esta forma porque al desarrollador le interesa obtener nuestros datos para enviarnos spam o realizar análisis estadísticos. También es posible que simplemente el desarrollador no sepa hacerlo mejor, o haya incluido esos permisos por si acaso la aplicación los requiere. O sí, si vamos al peor caso, es posible que haya malas intenciones detrás. En cualquier caso, uno sólo de esos motivos me hace pensar que no quiero su aplicación.
Aunque también les digo que la seguridad total no existe y que muchas veces nosotros mismos nos metemos en la boca del lobo aunque el lobo no sea totalmente un lobo. No sé si me entienden. ¿Han comprobado los permisos que les pide la aplicación que seguramente más utilizan en su smartphone?