El pasado 7 de febrero se celebró en Madrid un encuentro en el Observatorio Vodafone de la Empresa en el que expertos en cloud, inteligencia artificial, robótica y transformación digital dieron una visión sobre cómo afrontar los retos de la industria 4.0. Ya en anteriores artículos de Joan Balbastre acerca de la industria 4.0, podíamos ver qué caracteriza esta revolución industrial y sus principios de diseño básicos. En estos artículos, se nombran hasta seis diferentes principios y uno de ellos, nos permite centrarnos en este texto: la orientación al servicio. Esta orientación resultó ser el eje fundamental de todo el evento.
Bien es cierto que, ante las fuertes competencias entre empresas de diferentes sectores, la optimización de los productos o servicios prestados se ha convertido en prioridad. Existen muchas maneras de mejorar una empresa o producto. En los últimos años, la recopilación de información ha pasado a ser uno de los pilares fundamentales en los que se basa la revolución de la industria 4.0. Los datos recopilados de los consumidores permiten a las empresas realizar diferentes acciones como el mantenimiento preventivo, aseguramiento de la calidad, gestión de defectos en tiempo real, gestión de operaciones, etc. Un claro ejemplo del cambio que están sufriendo las empresas de la industria es el caso de Quality Espresso, que ha pasado de producir únicamente un producto, diseñando, produciendo y comercializando cafeteras, a la prestación de un servicio añadido gracias a la recopilación de información. Las máquinas de café de Quality Espresso no solo permiten tener conectividad con diferentes dispositivos, sino que también son capaces de recabar información estadística para la empresa, a fin de mejorar los productos o incluso influir en el diseño de nuevos, tal y como se indicó en el evento.
No hace mucho existía el paradigma de las “redes neuronales”, pero no teníamos una cantidad compleja de datos que procesar sobre los productos y servicios, ni tampoco la capacidad de cómputo para todo ello.
La informatización de la industria mediante la velocidad de los cambios tecnológicos ha influido en tener menos barreras para la comunicación y procesamiento de la información.
El desarrollo de arquitecturas neuronales que permiten gestionar esta información hace que el mundo se vea como un conjunto de datos y, como es normal en muchos de nosotros, la seguridad de esta información produce inquietudes y desconfianzas.
Como podemos ver hoy en día, cada vez los anuncios de las empresas parecen acertar sobre consumidor a un nivel ya casi individualizado. El “nos escuchan” es una de las ideas más popularmente conocidas cuando hablamos de los dispositivos IoT, tal y como hemos podido ver en recientes campañas publicitarias.
El hecho, en realidad, es que para mejorar cualquier producto o servicio es necesario tener un buen feedback por parte del cliente. De este modo, al llevar a cabo el tratamiento de los datos, se pueden extraer patrones de consumo o preferencias tales como: natural vs sintético, alquilar vs poseer, trato personalizado vs genérico o calidad vs cantidad. Características relevantes que pueden orientar a una empresa en el desarrollo de un producto e inclusive en la producción de nuevos y, ¿quién mejor que nosotros, como consumidores, para crear la línea de tendencia del desarrollo del producto o servicio?
Pero, llegados a este punto, podemos introducir el concepto de ética de acceso a datos extrapolado del evento. Datos que son recabados con un fin único, transparente y legítimo, lo más anonimizado posible para la mejora de un servicio o producto.
Aceptamos las secciones de uso y tratamiento de datos personales cuando adquirimos un producto o servicio y, generalmente, tendemos a asumirlos sin siquiera darle la relevancia que merece, quizás motivado por la extensa lectura que hay que realizar.
Ante el aumento del volumen de información se presume que, en el desarrollo de los algoritmos de procesamiento de estos datos, se hace uso de la ética de acceso a datos. No obstante, a poco que nos pongamos a indagar en esta cuestión, podemos encontrar varios casos en los que, presuntamente, se hace un uso incorrecto de la toma y uso de estos datos para otros fines no específicos del producto o servicio, o incluso para terceros, como es el reciente y llamativo caso de venta de información a terceros por parte de Facebook.
Como usuarios deberíamos ser más conscientes de los riesgos que asumimos al aceptar el tratamiento de nuestros datos y no consentirlos por defecto.
Aparentemente la dinámica es sencilla, las empresas obtienen información para mejorar sus productos y nosotros, como consumidores, obtenemos en compensación mejores productos y/o servicios. Pero, llegados a este punto surgen varias cuestiones. ¿Qué datos estamos aportando? ¿Hasta qué punto no intervienen terceros en nuestros datos? ¿Les ayudamos solo a mejorar un producto o servicio que consumimos? ¿O posiblemente saquen algo más de beneficio?
Quizás ya hemos dejado de contar como personas, para pasar a ser sólo números.
Otras referencias
- Acerca de la conectividad de otras máquinas de café