Estos días, tras la vuelta de vacaciones, volví a poner en marcha mi viejo receptor de onda corta, junto al que tantas noches pasé cuando era joven :) ¿El motivo? Simple curiosidad: quería ver si la actividad de estas bandas de radio seguía siendo tan interesante como hace quince o veinte años, cuando podías escuchar desde VOA (Voice of America) o REE (Radio Exterior de España) hasta Radio Teherán -esta última con un buen número de interferencias, posiblemente provocadas-, pasando por emisoras de pequeños grupos religiosos estadounidenses y sudamericanos o la todopoderosa Radio Vaticana -con unas antenas cuyo tamaño deja pequeña a cualquier torre de alta tensión que podamos imaginar-. Tras la recepción, el escucha enviaba un informe de recepción y a las semanas recibía una tarjeta QSL junto a folletos informativos de la emisora, con horarios, frecuencias, etc. en cualquier idioma y, en algunos casos, incluso propaganda “política” de un régimen más o menos cerrado.
Efectivamente, pude comprobar que la actividad en onda corta sigue siendo ajetreada, con las grandes emisoras oficiales de todos los países emitiendo junto a pequeñas estaciones, posiblemente piratas, que transmiten desde algún punto indeterminado del mundo; pero sin duda lo que más me llamó la atención es que, como antaño, todavía siguen emitiendo las number stations. Las estaciones de números son emisoras que se limitan a transmitir códigos formados por letras o números, tanto en voz (habitualmente digitalizada) como en Morse, de una forma continua y monótona durante la emisión, que suele durar menos de una hora y que por supuesto en ningún momento identifica la emisora; la emisión comienza con unos minutos de llamada, tras los cuales (en ocasiones existe algún tipo de encabezamiento tras la llamada inicial) se comienza a transmitir una retahíla de números o letras en grupos cortos y con una pausa entre sí, para acabar después con algún código que indique el final de transmisión. Una vez alcanzado dicho final, la frecuencia utilizada queda vacía. Raro, ¿verdad?
Efectivamente, las emisiones de las estaciones de números son cuanto menos extrañas; no está muy claro su origen, y se suele especular con radiobalizas, transmisiones meteorológicas y mil cosas más. Pero la hipótesis más arraigada entre todos los escuchas es la de que estas emisiones son mensajes cifrados de las agencias de inteligencia a sus espías desplazados en otros países, y esta hipótesis cobra fuerza tanto por casos de espionaje que han llegado a los tribunales (en los que se ha demostrado el uso de la onda corta para envío de información cifrada) como por el hermetismo que las agencias tienen al respecto (si estas emisiones fueran pruebas de la BBC, dudo que hubiera tanto mutismo envolviéndolas).
En estos días de Twitter, Blackberries, Facebook, 3G y mil cosas más, parece que las agencias de inteligencia siguen enviando mensajes cifrados por el canal más público que existe: el aire. Pensémoslo bien: con un pequeño receptor de onda corta, un espía ubicado en medio del desierto puede recibir el mensaje, descifrarlo y actuar en consecuencia, sin necesidad de ningún equipamiento de alta tecnología (que en muchos países llamaría la atención y podría poner en peligro la vida del agente), de conexión a Internet o de un móvil tribanda: sólo con un lápiz y un papel. Sencillo, ¿verdad… o no? Quizás los servicios secretos las utilicen como medio alternativo cuando no existe otra posibilidad, como entrenamiento de agentes en situaciones simuladas o, simplemente, como elemento que introduce ruido en el enemigo (mientras dedica recursos a tratar de descifrar mensajes radiados sin sentido, no los dedica a intervenir otros canales).
Si las estaciones de números se usan de verdad para transmitir mensajes cifrados a los espías, más allá de discusiones criptográficas encontramos dos problemas claros en esta técnica. El primero de ellos es obviamente la unidireccionalidad de la información: puedo transmitir instrucciones a las personas desplazadas en una zona, pero si esas personas quieren comunicarse conmigo tendrán que utilizar otro medio, salvo que estén en algún sitio donde un equipo emisor de onda corta no levante sospechas :) El segundo gran problema relativo a las number stations es la correlación: quizás no pueda descifrar el mensaje concreto, pero si una emisora transmite mucho más de lo que es normal en ella, más rápido o con algo que diferencie una emisión de las demás, puedo llegar a determinar que algo pasa o va a pasar. De esto último se cuida muy mucho quien sea que emita, y de ahí que el tono monótono y pausado de las estaciones de números sea lo primero que nos hace abandonar la escucha que hemos iniciado por simple curiosidad (aunque dicen las malas lenguas que algunas estaciones rusas transmitían como locas cuando, en agosto de 1991, se produjo un intento de golpe de estado en la antigua URSS).
En definitiva, el objetivo de las number stations sigue siendo algo misterioso en nuestros días, relacionado aparentemente con los servicios de inteligencia y que tras muchos años de actividad siguen operativas: ahí están y cualquiera las puede oir. Si alguno se aburre, puede comprar un receptor -los hay de cualquier precio, y para recibir estas transmisiones no necesitamos ninguna maravilla de equipo- y pasar el rato buscando estaciones de números; es más, puede entretenerse tratando de descifrar el mensaje: todos los que hemos sido radioaficionados o radioescuchas lo hemos intentado alguna vez y dudo que ninguno de nosotros haya tenido éxito… pero para todo hay una primera vez :)
Curioso retro-artículo. Me sorprende que se puedan utilizar sistemas de este tipo en la actualidad sobre un canal tan “accesible”. Imagino que un mensaje cifrado (según la codificación puede verse incrementado en un factor muy grande) tenga que ser enviado “caracter a caracter” tan despacio… puede tardar una infinidad en terminar. Por no hablar de la tolerancia a fallos, como “se pierda” un caracter tienes que esperar a que reinicie la transmisión (o utilizar codificaciones par e impar, CRC…)
No obstante, en la actualidad se siguen utilizando sistemas originarios como uno de sincronización de tiempo por señales de radio que se utilizan, por ejemplo, para sincronizar relojes de pulsera (No recuerdo el nombre).
Es poco probable que una persona se ponga a escuchar hasta la finalización del mensaje pero se puede dejar una máquina que reciba el mensaje, aplique los algoritmos básicos de codificación más comunes (según has dicho, un tio en el desierto debe poder descifrarlo) y que cuando tenga un mensaje legible te lo envie a tu nuevo iPhone 4 a través de la cuenta de Twitter.
Por cierto, ¿soy el único que ha pensade en LOST cuando hablaba de estaciones transmitiendo números?
Un saludo.
Hello Nelo
Antes de nada, no veo Lost :)
Para evitar pérdidas de caracteres es normal que repitan secuencias varias veces, y repitan la misma emisión en diferentes ocasiones (con varias franjas horarias, estado de propagación, etc.). Yo creo que al final llega todo :) Con respecto a la dificultad o facilidad de descifrar el mensaje, también depende; dudo que utilicen -insisto, son especulaciones- César o similar, algo tendrán inventado más robusto, digo yo…
La longitud del texto… pues también depende; si quiero transmitir un correo electrónico donde empiezo a divagar, que incluye el pie de correo con las cláusulas de confidencialidad, LOPD, medioambiente… imagino que sería poco práctico mandarlo así :) Si lo que envío son cosas concretas (unas coordenadas, una orden del tipo “ataca” o “regresa”, o un simple “ok”) tampoco hay mayor problema, creo.
Saludos
T
Post mas que curioso p!
La verdad es que despierta curiosidad por escuchar “que pinta” tienen esas emisiones…
Por cierto Nelo, lo de perdidos ha sido lo primero que me ha venido a la cabeza.
Pues parece que no es cosa de 4 locos:
http://www.microsiervos.com/archivo/peliculas-tv/las-emisoras-de-numeros-ya-tienen-pelicula.html
Interesante :) Otra cosa es que la peli sea eso, una peli… :)