Fotomontajes

Quizá con ese descriptivo título sepan ustedes de qué va esta entrada, a tenor de la popularidad que el dichoso fotomontaje ha adquirido en las últimas horas, pero si no es así, se lo resumo. Al parecer, la web diseñada para la campaña de reelección de Gallardón a la alcaldía de Madrid está encabezada por un fotomontaje, que pueden ver debajo, y que presenta varios problemas, algunos de ellos bastante obvios.

El primero y principal es que es una imagen tomada de un banco de imágenes (fotolia, en este caso) y que se encuentra en la cabecera del portal de impuestos de la Generalitat de Catalunya y en la portada del libro ‘Doing Well And Good: The Human Face of the New Capitalism‘. Aunque elmundo.es se empeñe en llamar a eso plagio e incluso citar una posible violación de la Ley Sinde por violación de derechos de autor, a decir por la ausencia de marcas de agua, todo parece indicar que la imagen fue comprada y por tanto ambas acusaciones carecen de todo fundamento y están más basadas en animadversión política del periódico hacia Gallardón que en una violación real de derechos de autor.

El segundo problema que el fotomontaje presenta es su pésima calidad estética, tanto que parece incluso que esté mal hecho a propósito (como de hecho apunta La Vanguardia: que hablen de ti, aunque sea mal); tiendo a pensar que de ser una composición algo más acertada técnicamente, habría pasado desapercibida (lo que vuelve a apuntar a la hipótesis del diario catalán). Al igual que en aquel hilarante (no me lo negarán) fotomontaje de la casa real en 2005 (como pasa el tiempo…), la figura de Gallardón está burdamente sobrepuesta y no guarda proporciones con el resto de personas, que además aparecen borrosas. Por si eso no fuese poco, o el individuo de la corbata tiene un gemelo idéntico, o tiene el el don de la ubicuidad (o bilocación), ya que aparece dos veces en la imagen.

Por último, está el aspecto más sociopolítico de la imagen, aunque si no fuese por los problemas anteriores, nadie habría reparado en ello; como decía, está en el portal de impuestos de la Generalitat de Catalunya y nadie parece haberse quejado hasta la fecha. Las críticas que en este sentido se le hacen son que las personas que aparecen no representan la ciudadanía madrileña (al parecer, son en su mayoría daneses), aunque como dice coloquialmente el refrán, a cojón visto, macho seguro. Es decir, si nadie se hubiese preguntado por el origen de la fotografía, la nacionalidad o ciudadanía de los figurantes jamás habría sido cuestionada, porque francamente, seguro que hay gente en Madrid parecida a estas personas.

Llegados a este punto, se preguntarán ustedes qué pinta este comentario en un blog de seguridad, aunque espero que alguien se lo imagine al menos remotamente. Dejando de lado la hipótesis intencionada (está hecho mal adrede para buscar notoriedad) y la conspiranoica (está hecho mal para hundir a Gallardón), se me ocurre que este es un buen ejemplo de la necesidad de que los contenidos que una organización va a utilizar como imagen pública, ya sean imágenes o textos, sean validados previamente por personal designado por la organización, y en particular cuando pueden afectar de manera significativa a la imagen de marca, generar pérdidas económicas, o afectar a las relaciones con clientes. En este caso, el equipo de Gallardón parece escudarse en el hecho de que los autores de la web fueron los responsables de comprar y utilizar la imagen en uno de estos repositorios, ignorando que algo así pone en evidencia no a dicha empresa (que también, pero no principalmente), sino sobretodo a la gestión de imagen de campaña del equipo del todavía alcalde de Madrid, al ignorar el necesario proceso de aprobación formal por parte de un responsable de la organización de cualquier material público que pueda representar a ésta.

Para acabar, no hay que olvidar que el activo principal de un personaje o partido político es su imagen de marca (de ahí la estrecha relación con los medios que los partidos políticos mantienen), en un grado mucho mayor que en cualquier otra organización, hasta el punto de que una degradación significativa de imagen de marca implica un fallo en los objetivos de negocio. Por supuesto, hace falta más que un fotomontaje mal hecho para degradar una imagen de marca tan firmemente asentada como la de Gallardón (lleva desde 2003 en el cargo), pero dejando de lado otras hipótesis, no parece que en este caso, la gestión de su activo más valioso haya sido demasiado acertada.

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