He de reconocer que en esto de los datos de carácter personal, entre los que podemos incluir fotos, videos o comentarios que pueden dar información sobre ideología, tendencias sexuales o el perfil psicológico propio, Internet da un poco de respeto. Y no me refiero a aquellos casos en los que alguien se convierte, como suele decirse, sin comerlo ni beberlo, en una estrella, con todos los problemas que eso supone. Recientemente una adolescente pertiguista estadounidense —si la memoria no me falla— tuvo el dudoso privilegio de convertirse en un ídolo de masas/sexual no precisamente por sus logros deportivos; saber que millones de personas tienen acceso a tus fotos y que entre ellas seguramente hay más de un tarado hurgando en tu intimidad es algo no demasiado reconfortante.
No obstante, este tipo de cosas vienen a estar fuera del control de la “víctima”, y como en otras muchas situaciones, eso es algo que hay que asumir e intentar evitar en la medida de lo posible. Otro problema muy diferente es cuando es uno mismo el que pone a disposición del ciberespacio fotos, opiniones, o datos personales en lugares sobre los que probablemente no tiene ningún tipo de control, tales como foros, las USENET news, buscadores poco escrupulosos, o incluso Google (recomiendo a título personal el uso de «”META NAME=”ROBOTS” CONTENT=”NOARCHIVE”» en la cabecera de los sitios personales, para evitar el almacenamiento en caché en los buscadores más conocidos), y que en un futuro podría no ser capaz de eliminar. Mucha gente —incluído un servidor— ha vertido datos y opiniones poco reflexionadas y de forma menos que apropiada en diversos lugares de Internet, llevado por las hormonas juveniles —o no tan juveniles—, provocaciones ajenas, la defensa de sus propias ideas más allá de lo lógico para la relevancia del foro en cuestión, la pura y simple diversión, o por el mero hecho de levantarse con el pie izquierdo; conseguir el borrado de todo ese contenido de todos esos sistemas, en caso de ser posible, puede llevar un tiempo y esfuerzo nada despreciables. Quizá alguien piense que a medida que la Red se hace grande, unos contenidos dejarán de existir, que simplemente se borrarán, pero en mi opinión, yo no contaría con ello.
En la actualidad, salta un escándalo cuando algún periodista con mejor o peor intención rastrea entre los archivos históricos buscando algo que alguien dijo sobre algo que tal o cual personaje público hizo, dijo, o dijo que hizo hace veinte años. Quizá en el futuro no haga falta rastrear tanto, sino dedicar diez minutos en un par de buscadores, y ver que el propio interesado lo dijo en un foro de Internet, lo repitió en diez más, escribió un blog y lo comento en un centenar más, y para colmo de males, colgó una docena de videos donde sale él mismo haciéndolo. Así que, si me aceptan un consejo, tengan cuidado con lo que dicen o muestran por ahí. Como dice el título de esta entrada, todo lo que digan podrá ser utilizado en su contra…