(Puedes consultar todas las partes de esta serie en los siguientes enlaces: 1. Apagón, 2. Esto no puede estar pasando, 3. Silencio sepulcral, 4. La hora de la verdad, 5. Daños colaterales, 6. La verdad está ahí fuera, 7. Lo que sabemos que no sabemos, 8. De vuelta al mundo real, 9. Conclusiones. Esperamos que hayan disfrutado con ella tanto como nosotros escribiéndola y publicándola).
¿Qué podemos hacer?
A lo largo de este ficticio (pero lejos de ser imposible) ensayo se ha pretendido demostrar lo intrincadas que están las TIC en el desarrollo de nuestras vidas. El tan famoso como manido “fallo informático” que afecta a veces nuestros quehaceres diarios no es más que un fallo de seguridad, afortunadamente no intencionado en la mayoría de los casos.
La ciberseguridad es un componente fundamental de las TIC. Y dado que, como hemos hablado, las TIC son una parte instrumental de nuestras vidas, es lógico (nunca mejor dicho) asociar transitivamente la ciberseguridad con nuestras vidas.
Esta serie de artículos se escribió antes de WannaCry, pero este incidente ejemplifica a la perfección el objetivo pretendido. Si el malware hubiera usado además del 445 (SMB) el puerto 3389 (Escritorio Remoto), la tasa de infección se habría incrementado en un orden de magnitud. Pero si el fallo explotado correspondiera al conjunto de parches de Mayo, que había salido el Martes por la noche (y que nadie tenía aplicado)… prácticamente todo el mundo habría sido víctima del ataque. Un verdadero armageddon para Internet.