En un proceso continuado a lo largo de los últimos lustros, los términos de gobernanza y de buen gobierno han venido adquiriendo un creciente protagonismo en todo tipo de organizaciones que, o bien han buscado mejorar su nivel de madurez o, en otros casos, se han visto sometidas a los requisitos de nuevos marcos sectoriales de control.
La preocupación por los problemas de “gobierno corporativo” en todo tipo de organizaciones apareció por primera vez en el “Informe Cadbury” (Reino Unido, 1992); este informe recogía un “código de buen gobierno” al que debían adherirse las corporaciones que cotizaban en la bolsa de Londres.
Posteriormente, en 1999 y 2004, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE, publicaría las primeras ediciones de sus “Principios de Gobernanza Corporativa”.
En 2004 los investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts, MIT, Peter Weill y Jeanne Ross propondrían seis activos clave que deberían ser objeto de prácticas de gobierno en cualquier organización:
- Los activos financieros,
- los activos físicos,
- los recursos humanos,
- el esquema de relaciones de la organización,
- la propiedad intelectual, y
- la información y las Tecnologías de la Información.