Una reciente noticia en Wired informa de un sistema que permite monitorizar, mediante el uso de tatuajes con nanosensores , parámetros médicos como, por ejemplo, la concentración de sodio o el nivel de glucosa en sangre de una persona, sin necesidad de hacer una extracción.
Curiosamente, el dispositivo utilizado para realizar la medición es un iPhone o, lo que es lo mismo, un ordenador de mano multipropósito con interface táctil. Con la cada vez mayor ubicuidad del acceso a Internet (¿alguien duda de que, en poco tiempo, estaremos siempre conectados?), el dato se puede llevar a cualquier otro sitio de la red para su procesamiento, almacenamiento y, en su caso, actuación.
El método se ha probado en ratones de laboratorio que, por cierto, muestran una imagen curiosa a través del iPhone.
Las tecnologías convergen para permitirnos aplicaciones que, desde luego, cambiarán nuestras vidas. Por un lado, los nanoreceptores, basados en principios como la afinidad molecular, permiten la detección de pequeñas concentraciones de cualquier sustancia, en tiempo real, sin necesidad de realizar los clásicos análisis basados en concentración de la muestra y reacciones químicas que requieren intervención manual y tiempo.
La interacción de los receptores con las moléculas detectadas producen cambios en alguna propiedad (acidez, color) que son detectados por un transductor que las transforma en corrientes eléctricas y, a partir de ahí, estamos en el campo de la electrónica y el resto es amplificación de la señal.
El conjunto de los tres elementos (receptor, transductor y amplificador) constituye un biosensor. En el caso de los tatuajes, el receptor cambia de color y emite fosforescencia, mientras que el iPhone actúa como transductor.
Con sensores de tan reducido tamaño, capaces de medir parámetros biológicos en tiempo real y manifestar propiedades detectables a escala macro, la Internet of Things está realmente cerca. Sólo que será Internet of Things and People… desde luego, vamos hacia un mundo interesante y, a veces, inquietante. A mí esto me deja un cierto regusto a Gattaca (por cierto, si no la han visto, háganlo, es muy recomendable).
Otra pieza más en el puzzle de la monitorización universal.