Ni los hijos ni los sistemas de información vienen con el bocadillo debajo del brazo, y eso lo sabemos todos desde hace mucho tiempo, ¿no? Sí, son un gasto, a la vez un peligro, pero gracias a ellos somos capaces de incrementar nuestra productividad hasta límites jamás imaginados, y los países, las sociedades que no apuestan por su uso decididamente, son penalizadas. No tenemos que irnos muy lejos para analizar esta afirmación. España, séptima potencia económica mundial hasta hace poco al menos, tiene una productividad que nos sitúa en puestos de economía en vías de desarrollo.
Las tecnologías de la información y las comunicaciones han traído progreso, la globalización, han reducido costes, han cambiado la sociedad, han reducido la distancia entre el primer y el tercer mundo, pero no han venido sin un coste asociado.
¡Ya está bien! Aunque todo esto sea cierto también nos han traído cosas malas, muy malas; la energía nuclear nos ha regalado muchas cosas buenas, y de todos es sabido que ha traído cosas malas, debido a su mal uso…