Hace ya unos cuantos meses introdujimos brevemente el concepto de entornos virtualizados, si recuerdan la entrada de nuestro compañero José Selvi. La cuestión es que cualquiera que haya tenido la oportunidad de “tocar” un entorno virtualizado ya sabe las ventajas que ofrece esta tecnología. Yo personalmente, aún recuerdo aquella época donde la llamada del operador 24 horas a las 2 de la mañana daba el inicio a una noche de nervios, crisis, backups y reinstalaciones hasta que el servidor volvía a la vida (si lo hacía).
Hoy en día, se pueden tener tranquilamente varios servidores “host” en un clúster albergando decenas de servidores virtuales. Estos servidores virtuales pueden migrarse de un host a otro en caliente, según se necesiten más o menos recursos; si hubiese un error crítico en uno de los hosts, automáticamente se balancearían todos los servidores virtuales de uno a otro. En resumen, llegas por la mañana, sacas un café y mientras lo saboreas te das cuenta que esa misma noche un “host” se ha apagado inesperadamente, pero que todos los servidores virtuales asociados siguen en marcha, esto es vida…