Hace unas semanas se conoció que Google había dejado de desarrollar actualizaciones de seguridad para los sistemas Android cuya versión sea anterior a 4.4 (también denominada Kit Kat). Esto ha causado bastante revuelo ya que se trata de una decisión que afecta a la seguridad de más 900 millones de dispositivos, casi nada.
Es importante tener en cuenta que las versiones 4.3, 4.2 y 4.1, si nos fiamos de la Wikipedia, son de julio de 2013, noviembre de 2012 y julio de 2012, respectivamente. Es decir, que la versión 4.1 no tiene ni siquiera tres años. No parece un tiempo excesivo como para dejar de dar soporte en materia de seguridad, ¿cierto?
Es evidente que sin soporte por parte del fabricante para corregir los problemas de seguridad del sistema el dispositivo queda vulnerable y, por consiguiente, también el usuario. En cierto modo, no disponer de las actualizaciones para la corrección de vulnerabilidades produce una obsolescencia del dispositivo, no por cuestiones de rendimiento como venía ocurriendo hasta el momento en los dispositivos tecnológicos, si no por cuestiones de seguridad. No podemos olvidar que no estamos hablando de lavadoras que se quedan obsoletas, sino de dispositivos que acumulan un volumen muy importante de información personal: fotografías, correo electrónico, accesos a redes sociales, banca electrónica, etc., y que van a ser uno de los principales objetivos del cibercrimen.