Los que peinamos canas en esto de las carreritas nos asombramos al contemplar a los compañeros más jóvenes corriendo con iPhones, GPS, pulseras inteligentes, etc. (en adelante los denomino “trastitos”). Más parecen Robocops que Runners.
Qué tiempos aquellos en los que salías a correr solo por el placer de correr y te importaba un pito el ritmo, la distancia, las calorías, la monitorización, etc., y además después (tras una buena cervecita) dormías como un lirón sin preocuparte de comparar lo que habías hecho ese día con los ejercicios o los entrenamientos de otros días.
Pero los tiempos han cambiado y ahora parece que vayamos desnudos si no sabemos a) dónde estamos, b) calorías eliminadas, c) a cuántos km/h vamos y otras tantas variables.
Uno se pregunta: ¿para qué? A mi francamente lo único que me importa son las pulsaciones; si me mantengo en un maratón en torno a las 135 ppm. voy bien, si paso de 160 ppm. en el Gran Fondo de Siete Aguas, pues comienzo a andar y no corro. Está claro que esta es mi opción y cada uno ha de hacer lo que crea conveniente.
Para acabar de arreglarlo nos conectamos a aplicaciones (casi todas gratuitas) que nos dan información de la ruta, desniveles, temperatura, previsión meteorológica, etc. Los “antiguos” antes de salir miramos al cielo, sacamos la mano por la ventana y si se moja cogemos el chubasquero, si se quema cogemos el gorrito, …
Si además tenemos en cuenta que los parámetros que utilizan todos esos “trastitos” y las aplicaciones a las que nos conectamos son, sencillamente, “parámetros”, nos podemos encontrar con que para un mismo peso, un mismo entrenamiento, una misma distancia, etc., para dos personas distintas nos dan distintos ritmos cardíacos o distintos consumos de calorías. Tenemos pues un problema si nos fiamos de esos “parámetros” y no los criticamos (cuestionamos).
Claro que si también tenemos en cuenta que esas aplicaciones permiten conectarse con redes sociales y proclamar (a los cuatro vientos) que estamos corriendo en Madrid o en Sebastopol, podemos tener otro problema si alguien tiene la (mala) intención de entrar en nuestra casa mientras hacemos running.
Y si en alguna de esas aplicaciones (¿por qué serán gratuitas? ¿por qué pedirán tantos permisos a priori innecesarios?) hay algún “malo”, puede ocurrir que acceda (sin permiso) a nuestro dispositivo donde están los contactos, las claves, nuestro correo, agenda, etc. ¡Caray!, tenemos otro problema.
Y otra (¿casualidad?) que podemos destacar es que tras haber indicado mi peso, talla, objetivo, etc., resulta que uno comienza a recibir anuncios “personalizados” en el que te indican dónde comprar, qué ofertas personalizadas tengo, que libros me interesan, etc.
Lo curioso es que no veo que entre los usuarios de estas aplicaciones se hable mucho del tema. ¿Será que estoy equivocado? ¿Seré yo, que soy un paranoico?